sábado, 28 de abril de 2007

A mi profesora de Arte…a quien creí muerta.


¿Por qué trabajo libre?

Cuando cursaba la secundaria en un conocido colegio “puebloliberteño”, las clases de arte, solían ser las más esperadas del día. No porque los alumnos fuéramos unos amantes de la pintura o la música, todo lo contrario, nuestro único y autentico interés, era hacer NADA.

Alejandrina Chiu, era nuestra pasiva profesora de arte, que cada clase llegaba con un tema nuevo y tras él, una pequeña esperanza de que ese día aprendiéramos siquiera, una nota musical con la flauta dulce; pero, rápidamente podía ver en su rostro la enorme desilusión que le producía ese grupete de zánganos y malcriados, entre los cuales me incluyo, más aun cuando la pobre Miss Chiu, se convertía en objeto de nuestras burlas. Recuerdo sus enormes gafas estilo “potoebotella” que le agrandaba los ojos. Estallábamos de risa cada vez que se los sacaba, ya que redescubríamos que los tenía chinitos.

Mi profesora pareció estar siempre desilusionada, con pocas esperanzas de convertirnos en Betthoveen o Picasso. Por eso, cada clase, a la mitad de la hora alzaba la voz y decía: ¡TRABAJO LIBRE!. Lo que significaba, dejar de lado los pentagramas y los libros sobre el estilo barroco y coger nuestra cartulina A4, para hacer los que se nos viniera en gana: Un dibujo del campo, una caricatura de ella o simplemente NADA.

Algunos años después de acabado el colegio, un compañero de clases me contó que Alejandrina Chiu había muerto. Sentí mucha pena y empecé a recordarla cuando nos miraba con desolación tras sus enormes anteojos. Recordé sus mil y un intentos por enseñarnos a tocar japiberdeytuyu, con la flauta dulce. Me contaron algunas de las versiones tejidas alrededor de su muerte. Desde un terrible cáncer, hasta la de haber caído a un río, no en un arranque desesperado de suicidio – el cual creí, por un momento, era la consecuencia de años de soportar a miles de malcriados párvulos como yo– sino por ciega.

Pero igual siempre me quedó la imagen de su recuerdo.

Pasaron algunos años más y una tarde de invierno, en la cola del supermercado la vi. ¡La impresión fue enorme! Pero sus anteojos me lo confirmaron… ¡ERA ELLA! No supe qué hacer. Me escondí detrás de las latas de atún… ¿Qué haría si me veía? ¿Cómo podría conversar con alguien que por años creí muerta? ¿Qué le diría?: “Hola Miss Chiu, yo pensaba que estaba muerta”. Quizá hasta la mataba en ese momento por decirle semejante disparate. Me atormentó esa idea y antes de cruzar palabra alguna con ella, salí corriendo del lugar. Mis amigos nunca me creyeron la historia.

Alejandrina Chiu, no nos enseñó a pintar ni a tocar la flauta. Tampoco Historia del Arte. Ella nos enseñó a hacer lo que se nos viniera en gana, porque cada vez que gritaba TRABAJO LIBRE, entendíamos que había que dejar todo aquello que hacíamos por obligación y con disgusto y hacer lo que realmente nos diera la gana, así fuera NADA.

Este Blog es un poco de eso que me enseñó Miss Chiu. Este Blog está lleno de imágenes que hice mientras viajaba en el carro, esperaba una comisión, miraba tras una ventana o simplemente hacia NADA. Las hice porque me dio la gana. Algunas otras son imágenes que nunca fueron publicadas, porque a otros nos les dio la gana. También pondré palabras que no me da la gana decirlas en la cara.
Esté viva o muerta el inicio de este Blog se lo dedico a la Miss Alejandrina Chiu y su sabia enseñanza.

¡Y que viva el Arte!